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1984

Si Rebelión en la granja era la fábula del pasado proyectado en el presente (el recorrido desde la esperanzada rebelión de los oprimidos hasta su opresión totalitaria por la facción dirigencial que termina detentando el poder), 1984 será la fábula del futuro proyectado en el presente. Un futuro que no era pura fantasía con aspiraciones proféticas: se inspiraba en hechos anteriores. Pero la fama de esta novela proviene menos de su denuncia de oscuridades pasadas que de su capacidad de proyectar hacia adelante las sombras de aquellos avasallamientos de la humana condición, advertibles hasta hoy no solo en regímenes abiertamente totalitarios de cualquier signo, sino también en ciertas oscuridades de sociedades llamadas democráticas: el reino de la posverdad donde la gente no busca información veraz, sino confirmación de sus inclinaciones o deseos, pantallas omnipresentes con informaciones tergiversadas en uno u otro sentido y a veces falsas, cámaras que vigilan y espían, odiadores en redes sociales y en otros ámbitos no son más que variaciones sobre pesadillas imaginadas ya por Orwell.