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Cimbelino

Pocas piezas de William Shakespeare resultan a tal punto sorprendentes y transgresoras por sí mismas, al igual que respecto de su producción dramática anterior, como Cimbelino (1611) que, desde su misma aparición, fue maltratada por la crítica en razón de sus osadías y su despareja y descentrada estructura dramática, si bien su personaje femenino, Inogen, resultó idolatrado por la crítica victoriana, ya que en ella veía la encarnación de todas las virtudes de la mujer casada y fiel. Y no es de extrañar que produjera tal rechazo, pues en Cimbelino prácticamente todo parece ir a contramano. No solo de los criterios impuestos por Shakespeare en sus tragedias y comedias, sino también de ciertos aspectos presentes en los que se han dado en llamar sus “romances”.

 

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