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El cubilete de dados

De pocas obras se puede decir que su prólogo sea más conocido que su contenido, pero el prefacio-manifesto de Max Jacob a su Cubilete de dados se convirtió desde su alumbramiento en uno de los más lúcidos textos sobre la creación que dio el siglo XX. “Todo lo que existe está situado”, empieza Jacob, y sitúa a continuación a todos sus referentes literarios y poéticos: de Rimbaud (“no tiene estilo ni está situado”) a Flaubert (“algunas de sus obras tienen estilo; ninguna de ellas está situada”) y Mallarmé (“si no fuera engolado y oscuro, sería un clásico”), pasando por sí mismo como autor de una obra que la crítica del momento denominó poesía cubista, en la línea del cubismo pictórico de Picasso, Modigliani o Braque, íntimos amigos de Jacob y que como él alteraron las perspectivas usando sus herramientas —pincel o lápiz, lienzo o papel— como vehículos de una nueva mirada.

“Pongo en guardia a los autores de poemas en prosa contra las piedras preciosas demasiado brillantes”, continúa Jacob, pero recomendamos bajar todas las defensas para disfrutar de esta extraordinaria colección de poemas, capaces de suscitar una sonrisa en un lector que siente a la vez un nudo en la garganta, engañosamente ligeros, desoladoramente alegres, cantarines como los dados en su cubilete, y con un brillo que ha traspasado las modas y las décadas sin perder su carácter de vanguardia.

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