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Remanente de invierno y otras obras

Remanente de invierno (1992): “El tema es el lenguaje. El sujeto es un pliegue en una superficie gramatical que tiende a alisarse. Si tenés una tostadora, y la tostadora te quita tres horas de sueño, amén del secador urgido por nostalgias de mierda, la heladera que se te va el día menos pensado… ¡entonces no tengas tostadora!”.

Canciones alegres de niños de la patria (1995): “La guerra ha terminado: los hijos deben separarse de sus madres y volver a casa. Un divertimento, casi una música”.

Raspando la cruz (1996): “Praga, días antes de la Segunda Guerra Mundial. Un referéndum en el que ningún checo dice haber votado. Weck y sus erráticos secuaces intentan derrocar al enemigo. Si al menos pudieran saber quién es”.

Cuadro de asfixia (1996): “Suerte de adaptación, esta obra parece empezar allí donde termina Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Pero en otras latitudes. Apología del olvido, rompecabezas criollo, casero y mal cortado”.

Satánica (1998): “Una confesión fuera de tiempo y de lugar: alguien cree haber hecho el Mal y se confiesa. Pero la relación entre el daño y la desgracia es azarosa. La comodidad de la culpa no nos salva del azar”.

Un momento argentino (2001): “Estalla la ira pequeño burguesa: mezcla de inversionistas, amas de casa, indigentes, artistas, policías, muertos. Un solo momento para encontrarse con el destino y darle un nombre. Un país que ya no existe. Una noticia para extranjeros. Una advertencia inútil. Un misterio a viva voz”.