Skip to content

Tieta de agreste, pastora de cabras

Como ya lo hizo con Gabriela (de clavo y canela), con Doña Flor (la de los dos maridos) y con Teresa Batista (cansada ya de guerra), Jorge Amado vuelve a erigir a una mujer en símbolo de una generosa humanidad, en ejemplo de vitalidad popular, en artífice de una desbordante, colorida y universal historia, narrada con 6seguro encanto e indeclinable gracia.