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Contra Sainte-Beuve

Conversando libremente con su madre, Jeanne Weil, Proust entrelaza en sus reflexiones sobre Charles-Augustin Sainte-Beuve –“el” crítico literario del siglo XIX francés– los recuerdos personales, los retratos de amigos, las impresiones de lectura. Aparece aquí el castillo de los Guermantes; aquí están, entre otros, el marqués de Quercy y madame de Cardaillac, grandes lectores de Balzac, parecidos hasta el punto de confundirse con el barón de Charlus y con Gilberte Swann… Sin saberlo, Proust acababa de liberar su genio. Él no quería que se introdujeran ideas en una novela. Por ello, todos los minuciosos análisis que separó de En busca del tiempo perdido se los encontrará en este ensayo, confirmando que Proust, el mayor narrador  de su siglo, podía ser también el mejor crítico.