“Cierta vez, alguien preguntó a Roberto Arlt por qué escribía teatro. Él pensó un momento, como si se tratase de algo inusitado, de una pregunta inesperada, y luego, como si acabase de descubrirlo él mismo, respondió: ‘Es mi modo de plantearle problemas a la humanidad’. Y dado que los problemas suyos eran los del hombre en cualquier punto del universo, nada mejor para expresarlos que el teatro…”, apuntó Mirta Arlt sobre la producción dramática de su padre.
El fabricante de fantasmas (1936), donde irrumpe el ensordecedor bullicio del carnaval, es la única obra que mientras Arlt vivió fue representada por un teatro profesional, el teatro Argentino, por la compañía Carlos Perelli-Milagros de la Vega.
Prueba de amor es un “boceto teatral irrepresentable ante personas honestas”, según calificación del propio autor.