Es curioso el destino de esta obra. A las diez mil copias que se agotaron velozmente, se sumaron en los años siguientes numerosas ediciones que llegaron a ciento setenta mil más, pero en 1933 fue incluida en el listado de censura del nazismo y muchos ejemplares fueron secuestrados y arrojados al fuego junto con los de otros autores. Herman Hesse y Sigmund Freud fueron dos admiradores de la novela y felicitaron a Stefan Sweig (1881-1942) por este gran éxito.