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El sobrino de Rameau

Sus contemporáneos, incluso sus amigos, le reprochaban que sabía escribir bellas páginas pero no escribir un bello libro. Las frases de ese género se repiten, se arraigan, y es así que, sin mayor examen, la gloria de un hombre eminente se ve debilitada. Los que así juzgaban no habían leído seguramente Jacques el Fatalista. Por lo demás, cualquiera que fuera el juicio que se tuviera sobre el escritor, amigos y enemigos convenían en que nadie lo superaba en vivacidad, energía, ingenio, diversidad y gracia cuando conversaba.
Pues bien, El sobrino de Rameau es una conversación, por eso el autor, escogiendo una forma que dominaba con maestría, creó una obra de arte que, cuanto más se la conoce, más admiración produce.