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El último día de un condenado

Escrita hace 186 años, esta novela de Victor Hugo (1802-1885) es uno de los alegatos más formidables en contra de la pena de muerte. Cuando la guillotina fatigaba las manos del verdugo en la plaza pública de la Grève, Hugo publicó el texto en forma anónima y produjo una conmoción en la Corte. Tres años después, le agregó el prólogo —también, una pieza invalorable— y firmó la obra con su nombre, incentivando una polémica que, curiosamente, todavía está vigente en muchos países del mundo contemporáneo.

Narrados en primera persona, el autor relata los pensamientos de un hombre que morirá pocas horas más tarde, luego de ser paseado por las calles en una carreta y sometido al escarnio del pueblo.