
La muerte de Emilio Boutroux (1845-1922) invitó a nuestro José Ingenieros a meditar sobre la evolución de la filosofía universitaria en Francia. El comienzo de su vida coincidió con la crisis intelectual que acompañó la Revolución de 1848, y su existencia se apagó después de la Gran Guerra. Hacia 1900 nadie representaba mejor que Boutroux a la filosofía terciaria francesa; su vida y su obra fueron exponentes de un ciclo intelectual, ya que enseñó durante medio siglo en las cátedras de la Escuela Normal y la Sorbona. Sin haber sido, entonces, un filósofo, Boutroux fue un temperamento —concluyó Ingenieros—.
Este ensayo se publicó por primera vez en la Revista de Filosofía, Buenos Aires, mayo de 1922.