El Rousseau de estas Ensoñaciones… ya no es aquel polemista cuyo nombre todavía se levanta como bandera, éste más bien lamenta haber participado alguna vez del mundo intelectual, y apartado de la sociedad vuelve a encontrar en sí mismo la paz que le procuran unas pocas actividades auténticas: la música, las herborizaciones, las caminatas y perderse en el hilo de sus pensamientos y recuerdos.