“En El paraíso de los creyentes, el móvil esencial es el lucro; en Los orilleros, la emulación. Esta última circunstancia sugiere personajes moralmente mejores; sin embargo, nos hemos defendido de la tentación de idealizarlos”. Estas palabras, extraídas del prólogo, revelan algunas de las características esenciales de estos dos textos, cuyos autores han ofrecido, en colaboración, los mejores relatos policiales del idioma con el seudónimo de H. Bustos Domecq.
La incursión de Adolfo Bioy Casares (1914-1999) y Jorge Luis Borges (1899-1986) en el campo de la cinematografía no hace sino confirmar la eficacia literaria de este trabajo en común, ya que ambos textos, aun privados de la imagen, destacan su impar valor.