Estas páginas vienen a cubrir la necesidad que más de un lector habrá sentido, al poner a su alcance la maravillosa poesía de HÉCTOR GAGLIARDI, por fin reunida en una edición integral. Nunca antes se había confeccionado un volumen que congregara los cinco libros originales; aquellos cinco poemarios de “versos humildes que llegan al corazón”, como decían sus contratapas, y que fueron agotándose y reimprimiéndose durante décadas.
Estas páginas vienen a cubrir la necesidad que más de un lector habrá sentido, al poner a su alcance la maravillosa poesía de HÉCTOR GAGLIARDI, por fin reunida en una edición integral. Nunca antes se había confeccionado un volumen que congregara los cinco libros originales; aquellos cinco poemarios de “versos humildes que llegan al corazón”, como decían sus contratapas, y que fueron agotándose y reimprimiéndose durante décadas.
Tras la aparición de Puñado de emociones, publicado en 1942 con un prólogo del dramaturgo Alberto Vaccarezza, el éxito sostenido obligó a otras cuatro compilaciones: Versos de mi ciudad, con presentación de Enzo Ardigó y unas palabras de Benito Quinquela Martín; Por las calles del recuerdo, con un brillante prólogo de Homero Manzi; Esquinas de barrio, que contó con el análisis de Cátulo Castillo; y finalmente, El sentir de Buenos Aires, con exordio de Jorge A. Bossio. Todos ellos hoy forman parte de esta Obra completa que editorial Losada presenta en un tomo.
Los temas de Gagliardi fueron el destino de una moneda de cinco centavos, el primer beso, una pieza en el último patio del inquilinato, las ilusiones de la juventud, los habitantes del barrio, el culto porteño por la amistad, el ambiente del tango, la noche, el hombre solo que pasa caminando. Un dilatado etcétera terminaría por incluir todo aquello que, de un modo u otro, forma parte de la vida misma.
Habló de la melancolía recóndita por las cosas que se saben irremediablemente perdidas; sus poemas fueron una rebelión ante lo inexorable del tiempo, una manera de abolir el olvido a través de la descripción de un personaje circunstancial, una tarde de domingo o una esquina porteña.
