La obra de Horacio se inscribe en el marco histórico de la llamada poesía augustal, es decir, la escrita en su mayor parte durante el principado de Augusto; más precisamente, entre 41 a. C. —año en que Virgilio empezaba a escribir sus Bucólicas, y Horacio, sus primeros Epodos y Sátiras— y 17 d. C., fecha de la muerte de Ovidio.
Introducción, traducción y notas : Alejandro Bekes
La obra de Horacio se inscribe en el marco histórico de la llamada poesía augustal, es decir, la escrita en su mayor parte durante el principado de Augusto; más precisamente, entre 41 a. C. —año en que Virgilio empezaba a escribir sus Bucólicas, y Horacio, sus primeros Epodos y Sátiras— y 17 d. C., fecha de la muerte de Ovidio.
Horacio, no obstante, se distingue entre otros poetas de su época por el aspecto multiforme de su creación y también por el aire excéntrico que esta tiene, aunque al mismo tiempo parezca central. La paradoja se explica del siguiente modo: en perspectiva histórica, Horacio y Virgilio son los dos poetas latinos más emblemáticos de su tiempo, aparte de estar entre los mayores de toda la literatura de Roma. Pero, en contraste con la serenidad olímpica del autor de la Eneida, el espíritu de Horacio es voluble, irónico; tan magnífico artista de la palabra como para dejar a la posteridad un paradigma de lo clásico; hombre tan inquieto como para interpelar a su lector dos milenios después, solo por el hecho de compartir con él la desconcertante condición humana. Además, Horacio dedicó un gran espacio de su poesía a hablar sobre la poesía; no en vano el Arte poética, la última y más extensa de sus epístolas, ha influido de modo tan persistente en la tradición literaria occidental.
