Con Persuasión de los días (1942), Oliverio Girondo (1891-1967) vuelve a cambiar el tono; ya no son los movimientos y las significaciones del sueño y la imaginación que se impone, sino un sentimiento de náusea. Las cosas pasan a segundo plano, como borradas por el rechazo cada vez más intenso de un mundo deformado por el mal. El título se hace admonitorio, pone énfasis en la dialéctica sombría del tiempo. Se ha pasado de un universo físico a un universo moral, de la geografía a la ética.