Una aristocrática eminencia de la fonética, el profesor Higgins, moldea el habla de una plebeya florista callejera, Liza, hasta hacerla pasar por princesa en las altas esferas. En el mito griego, Pigmalión esculpía una mujer tan hermosa que se enamoraba de ella y, orando a la diosa del amor, lograba darle vida y desposarla. En esta versión de Shaw, en cambio, Higgins es un solterón demasiado empedernido para admitir el amor y Liza una chica demasiado sagaz para someterse sin rebeldía. Entre medio, la rigidez convencional de las clases sociales británicas queda en ridículo.
Una de las obras más populares del premio Nobel 1925, Pigmalión fue llevada varias veces al cine y, adaptada a comedia musical con el título Mi bella dama, batió récords en los escenarios y en la pantalla.