El pensamiento de José Ingenieros, cuya universalidad espiritual hizo que abarcara los temas más candentes y variados de la problemática de su tiempo, lo hizo aparecer como la cabeza más visible y prestigiosa del positivismo en esta parte del mundo. En este Tratado del amor —objeto de sucesivas reimpresiones—, se hacen patentes algunos de los matices de la originalidad del autor; en opinión de Ferrater Mora, “derivados en gran parte de los problemas psicofisiológicos por los que se interesaba”, y con enfoque antropológico, no sin dejar de tener en cuenta el “residuo inexperiencia fuera de la experiencia”, según lo expresara el propio Ingenieros.