Denuncia abiertamente a sus contrincantes: las consideraciones que hacen de esta pasión Aristóteles y Teofrasto, como algo natural y útil y necesario para determinadas empresas. Frente a ello Séneca demuestra que, por el contrario, la ira es antinatural, inútil e innecesaria, y remarca las consecuencias nefastas, no ya para un particular o un grupo, sino para la humanidad misma, a las que lleva la ira. Séneca pretende agotar todos sus efectos con descripciones vivamente crueles y cruentas, hasta inhumanas. Es la peor de las pasiones y, por ende, antitética de la mejor de las virtudes: la tranquilidad y el dominio de sí mismo. Séneca ensaya los remedios para con el otro y para con uno mismo a fin de poder mitigar y vencer este vicio. De allí la índole de esta obra: un polémico manual de ayuda con la propuesta de conocerse y dominarse y, en consecuencia, de practicar la virtud.