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Gorgias

Sócrates ataca frontalmente la retórica puesta al servicio de una política profundamente inmoral, pero nos deja abierto el camino a otra retórica, la filosófica que defenderá, poco más tarde, en otro diálogo de Platón: el Fedro.  
Los componentes filosóficos y los dramáticos se enlazan aquí con maestría, con diferencias de tono y de ritmo, con momentos que rozan la tragedia y otros que son verdaderos pasos de comedia. Los personajes están cuidadosamente construidos: un sereno, firme y sutil Sócrates enfrenta a tres interlocutores que representan tres caras de la retórica, tres actitudes ante la filosofía y tres maneras de situarse en la polis; se trata de Gorgias, el conocido y respetado retórico; Polo, discípulo de Gorgias, impetuoso y algo torpe, y Calicles, inteligente y ambicioso, joven aristócrata ateniense estandarte de las ideas corrientes a fines del siglo v a.C. y de valores por completo opuestos a los encarnados por Sócrates. Crítico y militante a la vez, este diálogo de Platón condena los valores políticos vigentes en la Atenas del siglo v a.C. y defiende la vida filosófica.