Que el lector no espere, siguiendo esta investigación o panorama crítico, recorrer un itinerario que lo conduciría a la demostración de una tesis, a la teoría infalible del autor. Que se quede tranquilo: leerá una obra de información, de orientación. Sin embargo, ya que orientar no significa sencillamente proporcionar una cierta cantidad de conocimientos, sino suscitar problemas y juicios, opiniones e incertidumbres, esta obra no es un mero manual, sino que es también un manual.
[…] Mi trabajo podrá ser útil a algunos lectores. Así lo deseo. Ofrece un cuadro de conjunto que fija referencias siempre útiles, como un mapa topográfico, el primero de su tipo si no me equivoco. Y aunque no se proponga ser un panorama metodológico, puede constituir una introducción histórica a una metodología de los estudios estéticos.
Nuestros mayores solían titular trabajos de este tipo: “Introducción a…”, “Ensayo de…”. Hoy en día los tiempos han cambiado: el público se ha acostumbrado a títulos más breves y menos modestos. Más de un especialista señalará algunas omisiones, rectificará ciertos detalles, modificará algunas referencias, abatirá algún juicio, rechazará alguna orientación. Y es posible que, más de una vez, tenga razón.
Un trabajo de conjunto no es un conjunto de trabajos, es un conjunto de perspectivas que desean ser integradas y corregidas; contribuye de esta manera, suscitando tales correcciones, al enriquecimiento de nuestros conocimientos. Si se tienen en cuenta las informaciones que proporciona, las ideas justas que expone, las ideas vanas que difunde, los errores que sugiere, las correcciones que provoca, el efecto de un libro es siempre el resultado de un valor medio que no es posible prever. Un azar. Un acto de confianza en el lector.
G.M.-T.