
Eugène Ionesco, principal exponente del teatro del absurdo, se constituyó en el maestro del “antiteatro”, por el desparpajo de su ruptura con la lógica y la huida inexorable desde lo natural visible, que forman la base y los recursos de su comicidad. Ha expresado: “el humor es libertad”, “la imaginación no es arbitraria, es reveladora”, “nada más racional que la imaginación”.