Diez años de producción teatral —1932-1942— muestran el desplazamiento del centro de gravedad —desde la narrativa a la dramaturgia— en los últimos años de vida de Roberto Arlt (Buenos Aires, 1900-1942), quien declaró que escribía teatro porque era su “modo de plantearle problemas a la humanidad”. Sus obras recorren un camino que las aleja de la “sainetería epidémica y colorida”, como lo demuestran Saverio, el cruel, en donde está presente un tema central de su producción: el golpe mágico que cambia la existencia rutinaria en una gran aventura, o los personajes de La isla desierta, habitantes de Buenos Aires que viven y padecen un agotamiento cultural cada vez más hueco e intolerable, y en quienes el trabajo rutinario se contrapesa a la fantasía del viaje imaginario, con un interior humillante y un exterior jubiloso.