El día, que como las olas, es también un simbólico ciclo de nacimiento, desarrollo, muerte y recomienzo incesantes, constituye otro principio organizador de esta novela. Al final sólo queda una breve oración para las olas, que siguen y siguen rompiendo, como también romperá, queda en nosotros inferir, una y otra vez el día. Desde fines del siglo pasado, con el predominio de la producción y circulación de novelas centradas en los hechos, Las olas ha vuelto a convertirse en una rara joya, dispuesta a mostrar su exquisito fulgor a todo aquel deseoso de abrir esa caja fuerte de la mente humana para explorar los tesoros más recónditos.