Fantasía desbordada, realidades paralelas, disloques situacionales, realismo cómico y juego verbal son algunos de los rasgos que caracterizan la dramaturgia de Eugenio Griffero (Buenos Aires, 1936) y especialmente las cinco piezas reunidas en el presente volumen.
En todos los casos, el ambiguo transcurrir entre lo real y lo imaginario, entre lo cotidiano y lo siniestro se cierne sobre los personajes como una atmósfera agobiante y desestabilizadora.
Con El cuidador Harold Pinter obtuvo en 1960 su primer éxito. Davies, el obsesivo “cuidador”, es una creación cómica clásica; y su ansiosa relación, su frágil equilibrio con los enigmáticos hermanos Aston y Mick es ya un mito en la dramaturgia del siglo XX.
En Los padres terribles (1938), Cocteau quiso ensayar un drama que fuese una comedia, y cuyo centro fuera un nudo de vaudeville, si la marcha de las escenas y el mecanismo de los personajes no resultaran dramáticos. Se propuso —y lo logró— pintar una familia capaz de contradecirse y de actuar con misterio, respetando al mismo tiempo el volumen de una obra teatral que, para sorprender en escena, debiera parecer de un bloque solo.